La miseria
es el arma utilizada para el exterminio en esta guerra de baja intensidad, que
mata por falta de alimentos, de agua potable y saneamiento, de educación y de
producción. Primero asesina a los pobres transformándolos en indigentes y luego
ataca a las clases medias, empujándolas a la pobreza para que sufran el mismo
destino. Ahora destruir a este grupo social es un objetivo prioritario, pues es
el que dispone de los recursos materiales e intelectuales que todavía pueden
oponerles resistencia. Para eliminarlas se ocupan de empobrecerlas
paulatinamente tanto material como espiritualmente poniendo en funcionamiento
una serie de estrategias que combinan: a.) la “cultura de la deuda” que las
debilita y les resta energías para todo aquello que no sea la supervivencia
cotidiana; b.) enérgicas políticas de disminución de la natalidad que incluyen
la masiva destrucción familiar eliminando la construcción de viviendas y
creando una imagen siniestra del futuro
destinada a desalentar el natural deseo de los jóvenes de traer hijos al mundo,
a lo cual se suman c.) la reducción de la fecundidad con métodos biológicos
incluidos en la alimentación, la propagación del consumo de drogas, y la
facilitación de los abortos y del uso de elementos contraceptivos, y d.) las
estrategias culturales destinadas a indiferenciar los roles femeninos y
masculinos, que son la base de la atracción y mantenimiento de las relaciones
de pareja y de los roles maternos y paternos, mediante la promoción del feminismo y la homosexualidad,
que lejos de constituir un “derecho humano” que nadie niega, se impulsan
mediáticamente con el único propósito político de disminuir la natalidad.
B.:
Controlar todos los recursos naturales del planeta es el segundo gran objetivo,
que incluye tanto el control de minerales, energía, agua y alimentos, como
también la destrucción de las culturas
de todos los pueblos que se han adaptado durante siglos o décadas a vivir y
convivir con la Naturaleza. La estrategia incluye impulsar el éxodo de las
poblaciones rurales hacia la periferia miserable de las grandes ciudades,
impidiendo así que logren de la tierra los recursos que necesitan para la
supervivencia. Esto se hace también para lograr el tercer objetivo:
C.:
Subordinar a todos los sistemas productivos a las necesidades de las empresas
multinacionales (que son controladas accionariamente por los bancos) para lo
cual se deben destruir las industrias, cultivar con semillas patentadas, y
anular las capacidades técnicas e intelectuales de todos aquellos sectores que
no puedan ser utilizados directamente para el cumplimiento de sus planes.
Con esta
finalidad buscan deshacer los sistemas aduaneros para destruir las producciones
locales, regionales y nacionales, reforzar las leyes de propiedad intelectual
con la finalidad de asegurarse el pago de regalías, destruir los sistemas de
investigación y desarrollo que no controlan, o apoderarse de los resultados de
los mismos para su provecho. A esto se suma la extranjerización de los servicios estratégicos de energía, agua,
transportes, comunicaciones, seguros, etc., y las leyes, convenios e instituciones que les permiten controlar
los volúmenes y calidades de la producción de todos los países con la finalidad
de establecer el sistema de precios del intercambio internacional más apto para
sus fines.
El proyecto
final de los usureros consiste en restaurar un mundo aristocrático, donde una
pequeña elite disfrute de todo lo bueno que el mundo ofrece, mientras el resto
queda sometido a una esclavitud controlada técnicamente, y prácticamente sin
vida espiritual, tal como George Orwell describe en su libro 1984. Cuando se
editó este texto clarividente, todos atribuyeron el relato a las
condiciones de vida que proponían
instalar los regímenes comunistas, pero el autor consideraba las cosas más
profundamente, pues se refería al programa que ahora se manifiesta con el
nombre de Globalización, ya definida en documentos oficiales de la Iglesia
Católica como proyecto demoníaco.----------------------------------------------------------------------------------
Una ley
centenaria prohíbe la usura
MANUEL
MILLANS
La Ley de Represión
de la Usura (que data del 23 de julio de 1908), continúa vigente después de
haber recibido algunas modificaciones por la Ley de Enjuiciamiento Civil
1/2000. El artículo primero de la ley dice que "será nulo todo contrato de
préstamo en que se estipule un interés notablemente superior al normal del
dinero y manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del
caso". Como la ley no determina qué significa "notablemente
superior", ha sido históricamente el Tribunal Supremo el encargado de crear
jurisprudencia. Sus sentencias en todos estos años han acostumbrado a calificar
de nulos los contratos a partir de 2,5 veces más el precio del dinero. Como
actualmente el precio del dinero está situado en el 1%, si se sigue esta
doctrina, los préstamos operativos hoy día por encima del 3% de interés
deberían ser declarados ilegales. Casos como los de muchas tarjetas de crédito
de los bancos y muchos préstamos de bancos y establecimientos financieros de
crédito (EFC) que funcionan por teléfono e Internet, así como los anuncios en
los periódicos de empresas de préstamo deberían ser anulados y sancionados,
dado que lo superan con creces y algunos de ellos por encima del 20%.
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