miércoles, 13 de agosto de 2014

RUSIA TAMBIÉN ESTÁ CONTROLADA POR LA BANCA GLOBAL USURERA



RUSIA TAMBIÉN ESTÁ CONTROLADA POR LA BANCA GLOBAL

Desafortunadamente, incluso los observadores más atentos pueden ser engañados y esto es lo que está sucediendo actualmente en la percepción de los acontecimientos entre Rusia y Occidente.

Mucha gente que lucha por la libertad es consciente de que una élite bancaria domina EEUU y Europa.

Pero, estas mismas personas se niegan a aceptar la posibilidad sustancial de que esos mismos banqueros globales también controlen Rusia y estén jugando a dos bandas en esta floreciente guerra económica.

La crisis ucraniana ha servido para crear un amplio y extraño consenso en las filas de los analistas alternativos, mediante el cual se ha extendido la creencia de que Vladimir Putin y Rusia representan algún tipo de oposición a la globalización y al dominio de las corporaciones financieras.

Quizás la brillante retórica de Putin y la existencia de medios de comunicación como RT han seducido a los luchadores por la libertad, que ven a Rusia como “una víctima” de los grandes planes de la oligarquía occidental o como un “caballero blanco” que se levanta en lucha contra el Nuevo Orden Mundial.

Pero lamento decir que nada podría estar más lejos de la verdad.

Rusia siempre ha sido un instrumento de la élite mundial, incluso después de la Revolución Bolchevique.



Por ejemplo, Michael Gorbachov, el líder al que en gran parte se atribuye el desmantelamiento final de la Unión Soviética y el surgimiento de la nueva Rusia, ha sido durante mucho tiempo un defensor de un “Nuevo Orden Mundial” (en sus propias palabras) basado en un gobierno mundial centralizado

“nos enfrentamos al problema de la construcción de un orden mundial. Tenemos crisis: estamos frente a problemas de medio ambiente, atraso, pobreza y escasez de alimentos. Todos estos problemas se deben a que no contamos con un sistema de gobernanza global”

Ya han transcurrido casi 20 años desde la afirmación de Garrison y los movimientos hacia una moneda global son cada vez más acelerados y decididos.

Gorbachov ve el establecimiento de ese gobierno global a través de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Pero, ¿esta visión del nuevo orden mundial se limita únicamente a Gorbachov y su círculo más cercano?

“El Estado-nación está cediendo progresivamente su soberanía…se tendrán que llevar a cabo esfuerzos más intensos para dar forma a una nueva estructura monetaria mundial”

Bien, parece que Brzezinski está totalmente de acuerdo con Gorbachov, pero ¿eso debería importarnos?

Pues tal vez sí, teniendo en cuenta que es un influyente asesor en política exterior de Obama.

Así pues, queda claro que desde la década de 1990, funcionarios gubernamentales y elitistas tanto Occidentales como Rusos, promueven abiertamente la llegada de un Nuevo Orden Mundial y el establecimiento de un Gobierno Mundial.

Y es que desde sus inicios, la “nueva Rusia” ha sido diseñada para convertirse en un catalizador para el gobierno mundial.

Como se suele decir, si quieres saber quién está detrás de todo, sigue la pista del dinero.

Rusia está más endeudada con la banca internacional que cualquier otra nación del planeta. Después del colapso de la economía rusa y la disolución de la antigua Unión Soviética, el país se encontraba en una situación desesperada.

Desde 1992 a 1996, el FMI intervino en la economía rusa, ofrececiendo más de 22 mil millones de dólares en ayuda.



Mucha gente conoce la participación del FMI en Rusia, pero pocos conocen adónde fueron a parar específicamente esos fondos, que se suponía debían invertirse en infraestructura y economía.

En 1999, se hizo público que ese dinero del FMI fue desviado hacia las arcas de élites corporativas rusas, políticos e incluso mafiosos.

El dinero fue desviado y lavado a través del Banco de Nueva York, una institución fundada en 1784 por nada menos que el agente internacionalista y promotor de los bancos centrales Alexander Hamilton. El banco cambió de dueño a través de una fusión en 2007 y ahora se llama The Bank of New York Mellon.

La primera respuesta del FMI ante tal escándalo fue eludir toda culpa, señalando que no tenía ningún control sobre el dinero en efectivo, una vez que éste estaba en manos del Banco Central de Rusia.

Después de continuas revelaciones sobre la desaparición y desvíos de esos fondos, el FMI encargó una auditoría del Banco Central de Rusia a PricewaterhouseCoopers. Curiosamente, los resultados de esa auditoría no se han hecho públicos.

Sin embargo, en 1999 el gobierno ruso admitió que había ocultado más de 50 mil millones de dolares en paraísos fiscales y parte de ese dinero procedía de los rescates del FMI.



El ex presidente del Banco Central de Rusia, Sergey Dubinin, insistió en que el FMI era plenamente consciente de adonde iban esos fondos.

Pero a pesar de todas las admisiones de delito y pruebas encontradas, los auditores del FMI se negaron a citar cualquier corrupción o malversación durante sus investigaciones.

La razón para tal encubrimiento es obvia: El FMI sabía exactamente adónde iba a parar el dinero.

Y es que los primeros rescates de Rusia fueron diseñados para comprar la cooperación de la élite política y empresarial rusa y asegurarse de que la futura dirección de la nación seguiría el plan globalista.

Bien, ahora avancemos hasta el presente y veremos que la Rusia de Putin continúa su relación con el FMI.

En 2009 , Putin pidió la creación de una “super moneda de reserva” bajo el control del FMI, usando el Derecho Especial de Giro del FMI como base para tal divisa.


¿Por qué Putin, un líder anti-globalista y nacionalista, quiere que el FMI, una institución supuestamente controlada por Estados Unidos, se convierta en el amo y señor de la economía mundial?



Bueno, eso se debe a que el FMI no es una institución controlada por Estados Unidos, sino que se trata de una institución controlada por la élite bancaria global.

Y Putin es un globalista, no un nacionalista.

La reciente secesión de Crimea y su adhesión a Rusia fue en parte instigada por las vastas concesiones exigidas por el FMI para que los préstamos a Ucrania siguieran adelante. Una de estas concesiones incluía la entrega de los gasoductos ucranianos a la petrolera norteamericana Chevron. Dirigentes políticos de Crimea acusaron al gobierno de Kiev de haber vendido Ucrania a los banqueros globales.

Sin embargo, en realidad fue el ministro de Finanzas de Putin el que primero impulsó el plan de rescate del FMI a Ucrania. De hecho, fue Putin el que quería que Ucrania se vendiera a los financieros occidentales.


No olvidemos que el Banco Central de Rusia es miembro del Banco de Pagos Internacionales (BIS).

El BIS fue fundado en 1930 y sirvió como punto focal de la globalización hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se supo que había ayudado a los nazis a financiar la maquinaria de guerra alemana, que había lavado dinero para los funcionarios de la Gestapo y que había servido para ocultar los fondos saqueados por el Tercer Reich en toda Europa.

Debido al escándalo, el BIS quedó en un segundo plano, tras el FMI y el Banco Mundial, pero todavía existe hoy en día. Carroll Quigley, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), elitista y mentor de Bill Clinton, definió el papel del BIS en su libro Tragedy and Hope:

“Los poderes del capitalismo financiero tenían otro objetivo a largo plazo, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo en su conjunto. Este sistema debía ser controlado de manera feudal por los bancos centrales del mundo, actuando coordinadamente mediante acuerdos secretos. El ápice del sistema iba a ser el Banco de Pagos Internacionales en Basilea, Suiza, un banco privado controlado por los bancos centrales del mundo que eran, a su vez, corporaciones privadas. Cada banco central, en manos de hombres como Montagu Norman del Banco de Inglaterra, Benjamin Strong, del New York Federal Reserve Bank, Charles Rist del Banco de Francia, y Hjalmar Schacht del Reichsbank, trataron de dominar a sus respectivos gobiernos gracias a su capacidad para controlar el Tesoro, manipular el tipo de cambio, alterar la actividad económica del país e influir en los políticos que cooperaban con ellos a cambio de posteriores recompensas económicas en el mundo de los negocios”

Putin ha sido elevado a la condición de héroe en gran parte de los medios de comunicación en los últimos años. La revista TIME, una reconocida publicación globalista, ha publicado recientemente un artículo en primera página con este titular: “Debilidad y palabrería Americana. Riqueza y resurgimiento ruso- y a su líder no le importa lo que piensen de él”


Por su lado, The Times el diario británico, nombró a Putin “Hombre del Año” en 2013.

En determinados círculos, el culto a Putin ha estado creciendo hasta niveles preocupantes. Al menos la mitad del movimiento libertario americano cree que Putin y Rusia son la luz que guía la lucha contra la globalización y el Nuevo Orden Mundial.

Desafortunadamente, mucha gente busca héroes que les salven, cuando deberían salvarse a sí mismos.

La candidatura de Putin para el Premio Nobel de la Paz por su “intervención” en la crisis Siria es celebrada por muchos luchadores por la libertad, cuando, en realidad, el fracaso del gobierno de Obama tratando de lograr un estado de guerra en la región poco tiene que ver con las acciones de Rusia.

Rusia y los EE.UU. son los falsos luchadores de un duelo de gladiadores pagado por el FMI.

La guerra contra Siria fue frustrada porque las élites no pudieron reunir suficiente apoyo popular entre la población occidental para que la acción fuera viable. Y eso se debió a los incansables esfuerzos de los medios de comunicación alternativos.

Fueron los movimientos por la libertad que expusieron las mentiras detrás de la insurgencia siria; las mentiras tras el ataque al consulado de Bengasi, en Libia; la implicación de la CIA con al- Qaeda en Damasco, etc.

Son estos movimientos de la libertad los que merecen el crédito por interrumpir los planes globalistas que buscaban utilizar a Siria como detonante para una falsa confrontación entre EE.UU. y Rusia.

Sin embargo, muchos utilizan a la marioneta elitista de Putin para que se atribuya el mérito de nuestros logros.

El aspecto más aterrador del falso paradigma de la lucha entre Occidente y Rusia es que si permitimos que nos engañen nos veremos inmersos en las mareas de la guerra, mientras seguimos a falsos profetas y a protagonistas artificiales.

Nuestra misión, la misión para un mundo libre y soberano, se perderá en la confusión y el caos de la partida de ajedrez mundial.

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